Innovación versus inercia
Puesto Técnico;
Supongamos que el
gráfico propuesto representa un esquema “ideal” de distribución de funciones. Supongamos
que la realidad supera ampliamente a la ficción y el esquema real se
distorsione sensiblemente respecto al ideal.
Se disparan
entonces demasiadas cuestiones:
Si se produce tal
distorsión en uno de los niveles jerárquicos; ¿cómo afecta a los demás? ¿en
sentido ascendente o también descendente conforme al gráfico?
¿Cómo puede
recomponerse el esquema?
¿Qué peso tiene
cada función sobre las demás, hasta que punto incrementar unas respecto de
otras va a equilibrar el conjunto?
Si la
distribución de funciones es tan distinta de la ideal en nivel jerárquico tan
bajo en la escala de toma de decisiones, ¿qué pasa en el insondable y secreto
mundo de la “alta dirección política”? Y para qué hablar de la “baja dirección
política”, la cotidiana, la más frecuente.
Así de entrada
parece que el nuevo organigrama no jerárquico es una utopía, puesto que la
realidad se separa tanto que alcanzar el modelo se antoja misión imposible a
corto plazo.
Y los adversarios son demasiados; si según la Ley de
Parkinson un cargo público quiere
multiplicar sus subordinados, no sus rivales, hay que añadir que no quiere tampoco
que nadie asome la cabeza; es decir, sobresalga. Sobresalir significa destacar.
Por eficiencia, por flexibilidad, por responsabilidad, por profesionalidad…es
lo mismo; destacar. Es decir, los valores tan aplaudidos de objetivos de
desempeño personal.
La visión empresarial de rodearse de los mejores
no existe en la administración pública por mucho que se diga lo contrario;
queda muy bien afirmarlo pero es mero postureo.
La verdad, reconozcámoslo, es
que rodearse de los mejores es visto como una amenaza por los cuadros de mando
jerárquicos politizados, en el esquema
DAFO al que la administración se ha adherido en sus primeros pasos de
modernización.
Y todo lo demás viene derivado de este punto de partida; para
evitar que alguien sobresalga existe el mejor instrumento: el control.
Control contra iniciativa,
contra toma de decisiones autónoma, contra flexibilidad…hasta contra libertad de opinión, contra libertad de
expresión.
¿Qué pasó con la
innovación llegados a este punto?
Pues llegados aquí y descartado el amotinamiento, aparte de la resistencia pasiva,
queda vivir la vida laboral con algo más de intensidad y convertirse en un
clandestino resistente activo, sin mucho futuro en general pero intentando al menos que la jornada laboral no se convierta en el
desperdicio de tiempo más importante de la vida. A lo mejor algo sale fuera
del ámbito de control y se contagia a ...
Siempre nos quedará la innovación
interna, personal, y la externa entre los nuestros.